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Amenazas

Extensiones de navegador maliciosas: una amenaza creciente para la seguridad corporativa

Introducción

En el actual panorama digital, las extensiones de navegador se han convertido en herramientas cotidianas para mejorar la productividad y personalizar la experiencia de navegación. Sin embargo, su popularidad y funcionalidad han atraído también el interés de actores maliciosos, que aprovechan estos complementos para desplegar campañas de espionaje, robo de credenciales y distribución de malware. A pesar de que muchas organizaciones centran sus esfuerzos en la protección perimetral y el refuerzo de sistemas críticos, las extensiones de navegador representan una superficie de ataque frecuentemente subestimada y, por tanto, especialmente peligrosa.

Contexto del Incidente o Vulnerabilidad

Durante los últimos años se ha observado un incremento significativo en la proliferación de extensiones maliciosas tanto en Chrome Web Store como en Mozilla Add-ons y otras plataformas. Según el informe de Google Threat Analysis Group de 2023, más de 30 millones de usuarios estuvieron expuestos a extensiones fraudulentas solo en el ecosistema de Chrome. Estas extensiones pueden camuflarse como utilidades legítimas —gestores de contraseñas, bloqueadores de publicidad o conversores de archivos— y, una vez instaladas, ejecutan acciones no autorizadas, como la exfiltración de datos sensibles o el secuestro de sesiones web.

En varios incidentes recientes, los atacantes han utilizado extensiones con permisos excesivos para monitorizar la actividad del usuario, modificar tráfico web y capturar credenciales de acceso, afectando tanto a usuarios individuales como a entornos corporativos bajo políticas BYOD (Bring Your Own Device).

Detalles Técnicos

El principal vector de ataque reside en el modelo de permisos de los navegadores modernos. Muchas extensiones solicitan acceso a “todas las páginas web” o a funciones críticas como la lectura y modificación de datos en páginas visitadas. Una vez concedidos, estos permisos permiten a la extensión inyectar scripts maliciosos (CVE-2023-2033 en Chrome, por ejemplo), interceptar tráfico cifrado, robar cookies de sesión y capturar pulsaciones de teclado.

Las Tácticas, Técnicas y Procedimientos (TTP) de los atacantes, alineadas con el framework MITRE ATT&CK, incluyen:

– T1056 (Input Capture): Registro de pulsaciones para robo de credenciales.
– T1539 (Steal Web Session Cookie): Secuestro de sesiones mediante interceptación de cookies.
– T1185 (Browser Extensions): Uso de extensiones como puerta de entrada persistente.

Los Indicadores de Compromiso (IoC) habituales incluyen conexiones anómalas a dominios de comando y control (C2), presencia de scripts ofuscados en el código fuente de la extensión y tráfico de red no habitual tras la instalación de un complemento aparentemente legítimo. Se han detectado exploits que aprovechan frameworks como Metasploit para crear extensiones personalizadas capaces de evadir la detección de los sistemas de revisión automática de las tiendas oficiales.

Impacto y Riesgos

El impacto de una extensión maliciosa se traduce en la exposición completa de las credenciales corporativas, acceso no autorizado a información confidencial y, en casos avanzados, despliegue de malware adicional (ransomware, infostealers o troyanos bancarios). Según un estudio de Kaspersky de 2023, el 14% de los incidentes de fuga de datos en entornos empresariales están relacionados con complementos de navegador comprometidos.

Las consecuencias económicas pueden ser significativas: desde el incumplimiento de normativas como el GDPR y la NIS2, hasta la pérdida de propiedad intelectual y daño reputacional. Un solo incidente puede acarrear sanciones de hasta 20 millones de euros o el 4% de la facturación anual global de la empresa, según la legislación europea vigente.

Medidas de Mitigación y Recomendaciones

Para mitigar este riesgo, los expertos recomiendan:

– Restringir la instalación de extensiones únicamente a aquellas auditadas y aprobadas por el departamento de TI.
– Desplegar soluciones de navegador gestionado (enterprise browser management) que limiten los permisos y monitoricen el comportamiento de las extensiones.
– Adoptar herramientas EDR y sistemas DLP capaces de detectar actividad anómala generada por extensiones.
– Mantener actualizado el inventario de complementos instalados en todos los endpoints.
– Formar de manera continua a los empleados sobre los riesgos asociados a la instalación de complementos no verificados.
– Implementar políticas de Zero Trust y segmentación de red para reducir el alcance de un posible compromiso.

Opinión de Expertos

Raúl Pérez, CISO de una entidad financiera española, afirma: “Las extensiones de navegador representan una puerta trasera que muchos controles tradicionales pasan por alto. La educación del usuario y la gestión centralizada de navegadores son fundamentales para mitigar este vector de ataque”.

Por su parte, el analista de amenazas de S21sec, Ana Martínez, señala: “Hemos detectado campañas avanzadas en las que los atacantes actualizan dinámicamente el código de la extensión tras su instalación, evadiendo controles y aprovechando la confianza depositada por el usuario”.

Implicaciones para Empresas y Usuarios

Para las empresas, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la productividad que ofrecen estas herramientas y los riesgos inherentes a su uso. Es crucial revisar las políticas de seguridad, adaptarse a la nueva normativa (como NIS2) y reforzar la monitorización interna. Los usuarios finales deben asumir un papel activo, evitando la instalación de complementos sin una revisión previa y reportando cualquier comportamiento sospechoso.

Conclusiones

Las extensiones de navegador, lejos de ser simples asistentes, pueden actuar como potentes vectores de ataque en entornos corporativos. La amenaza es real, creciente y requiere una aproximación holística que combine tecnología, procesos y concienciación. Solo así se podrá minimizar el riesgo y proteger los activos críticos de la organización frente a campañas cada vez más sofisticadas.

(Fuente: www.welivesecurity.com)