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La longitud de las contraseñas se impone a la complejidad: nuevos enfoques para la seguridad de acceso

Introducción
Durante décadas, la recomendación dominante en el ámbito de la ciberseguridad fue exigir contraseñas complejas, compuestas por letras mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Esta directriz tenía como objetivo dificultar los ataques de fuerza bruta y reducir la posibilidad de comprometer credenciales mediante técnicas de cracking automatizado. Sin embargo, la evolución de las capacidades de cómputo y el análisis de incidentes recientes han llevado a un cambio de paradigma: la longitud de la contraseña es, en la práctica, un factor de seguridad mucho más determinante que la complejidad. En este artículo, analizamos el trasfondo técnico, implicaciones y mejores prácticas para profesionales encargados de la protección de accesos.

Contexto del Incidente o Vulnerabilidad
Tradicionalmente, el enfoque en la complejidad de las contraseñas nació como respuesta a la facilidad con la que los atacantes podían descifrar combinaciones sencillas mediante diccionarios y ataques de fuerza bruta. Sin embargo, la aparición de bases de datos filtradas y la disponibilidad de GPU de alto rendimiento ha reducido drásticamente el tiempo necesario para romper contraseñas complejas pero cortas. A raíz de esto, entidades como el NIST (National Institute of Standards and Technology) revisaron sus guías (SP 800-63B) en 2017, priorizando la longitud y la facilidad de memorización sobre la complejidad arbitraria. El enfoque actual se orienta hacia el uso de frases de paso («passphrases») largas y fáciles de recordar.

Detalles Técnicos
Las contraseñas cortas, aunque incluyan símbolos y combinaciones mixtas, presentan un espacio de búsqueda limitado. Por ejemplo, una contraseña de 8 caracteres con todos los tipos de símbolos ofrece 6,634,204,312,890,625 combinaciones posibles (95^8), pero esto es trivial para ataques distribuidos soportados por hardware especializado (por ejemplo, clusters equipados con tarjetas NVIDIA RTX 4090). Frameworks comunes como Hashcat y John the Ripper pueden procesar decenas de miles de millones de hashes por segundo, especialmente con algoritmos de hashing débiles como MD5 o SHA-1.

En cuanto a TTPs (Tactics, Techniques, and Procedures) del framework MITRE ATT&CK, los atacantes emplean técnicas como Brute Force (T1110) y Credential Dumping (T1003) para obtener y explotar credenciales. Los indicadores de compromiso (IoC) frecuentes incluyen intentos repetidos de autenticación fallida, patrones anómalos en los logs de acceso y la presencia de herramientas de cracking en entornos internos.

La longitud de la contraseña incrementa exponencialmente el espacio de búsqueda: una frase de 20 caracteres (incluso solo con minúsculas) resulta mucho más resistente a ataques de fuerza bruta que cualquier combinación compleja de 8-10 caracteres.

Impacto y Riesgos
La adopción continuada de contraseñas cortas y complejas ha generado una falsa sensación de seguridad. Informes recientes demuestran que el 81% de las brechas relacionadas con contraseñas (según Verizon Data Breach Investigations Report 2023) se deben a credenciales débiles o reutilizadas. Además, los usuarios tienden a reutilizar variantes de la misma contraseña compleja en múltiples servicios, lo que amplifica el riesgo ante filtraciones.

Las consecuencias económicas de una brecha de credenciales pueden ser devastadoras: el coste medio por incidente supera los 4,45 millones de dólares a nivel global (IBM Cost of a Data Breach Report 2023), afectando a la reputación y el cumplimiento normativo bajo regulaciones como GDPR y la directiva NIS2.

Medidas de Mitigación y Recomendaciones
Para mitigar estos riesgos, los organismos de referencia y expertos recomiendan:

– Adoptar una política que priorice la longitud sobre la complejidad, permitiendo frases de paso de al menos 16 caracteres.
– Eliminar la obligación de cambio periódico de contraseñas salvo indicios de compromiso.
– Implementar gestores de contraseñas para reducir la reutilización.
– Habilitar autenticación multifactor (MFA) robusta.
– Monitorizar intentos de acceso y aplicar mecanismos de bloqueo progresivo ante detección de patrones de fuerza bruta.
– Educar a los usuarios sobre la creación de frases de paso que combinen varias palabras sin relación lógica, aumentando la entropía.

Opinión de Expertos
Según Lidia González, CISO en una entidad financiera española, “el reto real no es solo proteger las contraseñas, sino hacer que los usuarios adopten prácticas seguras sin incrementar la fricción en los procesos de acceso. Las frases de paso largas y fáciles de recordar, junto con MFA, han demostrado ser la combinación más efectiva en nuestros despliegues recientes”.

Por su parte, el investigador de seguridad Pablo Varela destaca: “La tendencia de los atacantes es aprovechar el ‘password spraying’ y la automatización. Si no cambiamos la mentalidad sobre las políticas de contraseñas, nos quedaremos atrás ante la capacidad de los adversarios”.

Implicaciones para Empresas y Usuarios
La transición a políticas basadas en la longitud de las contraseñas implica la actualización de sistemas heredados, formaciones periódicas y la revisión de los controles de acceso. Empresas sujetas a GDPR y NIS2 deben documentar sus políticas y demostrar que han adoptado prácticas alineadas con el estado del arte en seguridad de autenticaciones.

Para los usuarios, el cambio reduce la presión de recordar complejas cadenas de caracteres y minimiza la propensión a reutilizar contraseñas. Para los equipos de IT y SOC, implica adaptar sistemas de monitorización y refinar los mecanismos de alerta ante intentos de acceso sospechosos.

Conclusiones
La evidencia técnica y las tendencias regulatorias convergen en una clara recomendación: la longitud de las contraseñas, materializada en frases de paso, es hoy la medida más efectiva para proteger el acceso a sistemas críticos. La complejidad sigue siendo relevante, pero debe ceder protagonismo ante la necesidad de contraseñas largas y únicas, complementadas con MFA y una adecuada educación de los usuarios. El sector debe actualizar sus políticas y sistemas para afrontar las amenazas actuales con eficacia.

(Fuente: feeds.feedburner.com)