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La flexibilidad y la personalización marcarán la evolución de la seguridad física en 2026

Introducción

La ciberseguridad y la seguridad física llevan años convergiendo, impulsadas por la digitalización de infraestructuras críticas y la integración de sistemas de acceso y videovigilancia en la red corporativa. Genetec Inc., empresa líder mundial en software para la gestión de seguridad física, ha publicado sus principales predicciones para la industria de cara a 2026. Estas tendencias, centradas en la adopción avanzada de la nube y la necesidad de flexibilidad, suponen retos y oportunidades para CISOs, analistas SOC, pentesters y responsables de seguridad tecnológica.

Contexto del Incidente o Vulnerabilidad

La transformación digital obliga a las organizaciones a modernizar sus infraestructuras de seguridad física, tradicionalmente aisladas y basadas en hardware propietario. La proliferación de dispositivos IoT, la integración con plataformas cloud y la creciente sofisticación de ataques dirigidos a sistemas de videovigilancia y control de accesos han elevado el nivel de exposición. El mercado global de la seguridad física superó los 130.000 millones de dólares en 2023, y se prevé que el 60% de las nuevas instalaciones migren a arquitecturas híbridas o totalmente cloud para 2026, según IDC y Statista.

Detalles Técnicos

Las amenazas contra sistemas de seguridad física se han multiplicado. Durante los dos últimos años, el número de vulnerabilidades reportadas (CVE) en cámaras IP, grabadores de vídeo en red (NVR) y controladores de acceso ha crecido un 40%. Ataques recientes—como aquellos explotando CVE-2023-22809 (vulnerabilidad crítica en dispositivos de videovigilancia Dahua)—han permitido la ejecución remota de código y escalada de privilegios, empleando técnicas de MITRE ATT&CK como Initial Access (T1190 – Exploit Public-Facing Application), Lateral Movement y Collection.

La migración a la nube, aunque aporta ventajas de escalabilidad y gestión centralizada, introduce nuevos vectores de ataque: interfaces API expuestas, credenciales mal gestionadas, y riesgos de configuración errónea (misconfiguration), catalogados en CWE-16. Frameworks como Metasploit y Cobalt Strike ya incluyen módulos específicos para explotar dispositivos de seguridad física mal protegidos o con firmware desactualizado.

Indicadores de compromiso (IoC) detectados en incidentes recientes incluyen tráfico anómalo en puertos 554 (RTSP), 80/443 (HTTP/HTTPS), así como comandos sospechosos en logs de dispositivos y conexiones salientes hacia redes C2 (Command and Control) identificadas por Threat Intelligence feeds globales.

Impacto y Riesgos

La exposición de sistemas críticos de seguridad física puede tener consecuencias devastadoras: desde la interrupción de operaciones hasta el acceso no autorizado a instalaciones sensibles. Según Kaspersky y ENISA, el 37% de los ataques exitosos en 2023 contra infraestructuras industriales incluyeron la manipulación de sistemas de videovigilancia o control de accesos. Las multas por incumplimiento normativo bajo GDPR y la futura NIS2 pueden alcanzar el 4% de la facturación anual o hasta 10 millones de euros, agravando el impacto reputacional y financiero de estos incidentes.

Además, la integración con entornos cloud eleva el riesgo de fugas de datos sensibles (vídeos, logs de acceso, credenciales) si no se aplican controles de cifrado y gestión de identidades robustos. El uso de arquitecturas híbridas, si no se gestiona con políticas Zero Trust y segmentación de red, puede facilitar la propagación lateral de amenazas desde el entorno IT al OT y viceversa.

Medidas de Mitigación y Recomendaciones

Para mitigar estos riesgos, los expertos recomiendan:

– Actualizar firmware y software de todos los dispositivos de seguridad física, priorizando parches asociados a CVE críticos.
– Implementar autenticación multifactor (MFA) y gestión de accesos privilegiados (PAM) para operadores y administradores.
– Segmentar la red, aislando los sistemas de seguridad física de la red corporativa general mediante VLANs o firewalls de última generación.
– Monitorizar logs y tráfico de red en tiempo real, integrando sistemas SIEM con reglas específicas para detectar ataques MITRE ATT&CK dirigidos a dispositivos IoT.
– Utilizar soluciones de cifrado de extremo a extremo para la transmisión y almacenamiento de vídeo y datos de acceso.
– Revisar periódicamente la configuración de políticas en plataformas cloud y realizar auditorías de seguridad con herramientas como Nessus, OpenVAS y Kali Linux.

Opinión de Expertos

Según Manuel Álvarez, CISO de una multinacional industrial: “La seguridad física ya no puede considerarse un dominio separado. Su integración con la infraestructura cloud requiere un modelo de defensa en profundidad y la colaboración activa entre equipos IT y OT”. Por su parte, Elena Ruiz, analista senior en una firma de Threat Intelligence, destaca: “Las amenazas evolucionan hacia ataques supply chain. Un solo dispositivo mal protegido puede abrir la puerta a todo el entorno empresarial”.

Implicaciones para Empresas y Usuarios

Las organizaciones deben adaptar sus estrategias de ciberseguridad para proteger tanto activos lógicos como físicos, alineándose con los requisitos de la NIS2 y la normativa GDPR. La formación de los equipos y la concienciación de usuarios es esencial para prevenir errores de configuración y detectar indicadores tempranos de ataque.

El mercado demanda soluciones flexibles, interoperables y capaces de integrarse sin fricciones en entornos cloud híbridos y multinube. La elección de proveedores con certificaciones de seguridad y robustos mecanismos de actualización será un factor diferenciador clave.

Conclusiones

El avance hacia la nube y la flexibilidad en la seguridad física redefine el perímetro corporativo y multiplica los desafíos tecnológicos y normativos. El sector debe evolucionar hacia modelos Zero Trust, priorizar la actualización y la monitorización proactiva, y fomentar la colaboración multidisciplinar para anticipar y neutralizar amenazas cada vez más complejas. La preparación ante la nueva ola de riesgos marcará la resiliencia y competitividad de las organizaciones en 2026.

(Fuente: www.cybersecuritynews.es)