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Política interna: un vector de riesgo subestimado en la ciberseguridad corporativa

Introducción

En el ámbito de la ciberseguridad empresarial, los riesgos técnicos suelen acaparar la mayor parte de la atención: vulnerabilidades zero-day, ataques ransomware, campañas de phishing y APTs sofisticadas. Sin embargo, existe un vector de riesgo menos visible, aunque igual de perjudicial, que afecta a numerosas organizaciones: la politización de los espacios profesionales. Las dinámicas políticas internas, lejos de ser un simple inconveniente interpersonal, pueden minar la toma de decisiones, obstaculizar la colaboración y debilitar la postura de seguridad de los equipos técnicos. En este artículo analizamos en profundidad cómo la política interna supone un riesgo real para la ciberseguridad, a partir de ejemplos concretos y experiencias recogidas en el sector.

Contexto del Incidente o Vulnerabilidad

La ciberseguridad corporativa exige respuestas rápidas, coordinación entre departamentos y criterios técnicos por encima de intereses personales o de poder. Sin embargo, en muchos entornos profesionales, la toma de decisiones se ve afectada por luchas de poder, agendas ocultas y alineamientos políticos. Esta realidad se agrava en estructuras jerárquicas rígidas, grandes multinacionales y entidades públicas, donde las prioridades de negocio o reputacionales pueden imponerse sobre las mejores prácticas de seguridad.

En los últimos años, incidentes como el ataque a SolarWinds, la brecha de Colonial Pipeline o los casos de ransomware en organismos públicos han puesto de manifiesto cómo la falta de comunicación y la política interna pueden retrasar la respuesta a incidentes o incluso contribuir a ocultar vulnerabilidades críticas por miedo a represalias internas. Según un informe de ISACA de 2023, el 68% de los profesionales de ciberseguridad reconoce haber presenciado decisiones técnicas influenciadas por intereses políticos internos.

Detalles Técnicos (CVE, vectores de ataque, TTP MITRE ATT&CK, IoC…)

Aunque la política interna no es una vulnerabilidad técnica per se, sí actúa como un facilitador para técnicas adversarias catalogadas en MITRE ATT&CK, especialmente en las fases de “Initial Access” y “Privilege Escalation”. Por ejemplo, la falta de aplicación de parches (CVE-2023-34362, MOVEit Transfer, por ejemplo) a menudo se debe a reticencias internas, prioridades cruzadas o el temor a interrupciones operativas, más que a limitaciones técnicas reales.

La compartimentación excesiva o la ausencia de flujo de información, provocadas por rivalidades entre departamentos, pueden dificultar la correlación de IoCs o retrasar la activación de planes de respuesta. Los adversarios sofisticados explotan estas fisuras organizativas, aprovechando la falta de colaboración para moverse lateralmente (T1086 – PowerShell, T1071 – Application Layer Protocol) o mantener la persistencia durante semanas.

Por otro lado, la presión política puede llevar a priorizar auditorías o compliance en detrimento de la seguridad real, centrando recursos en la documentación para auditorías (ISO 27001, NIS2) mientras se descuidan controles técnicos esenciales, como la segmentación de red, la gestión de privilegios o la monitorización proactiva con SIEMs y EDR avanzados.

Impacto y Riesgos

El impacto de la politización interna en los equipos de ciberseguridad puede ser devastador. No sólo se traduce en retrasos en la aplicación de parches críticos o en la respuesta a incidentes, sino también en la fuga de talento y en la erosión de la confianza entre equipos. En mercados regulados, como el sector financiero o sanitario, la falta de acción diligente puede suponer sanciones millonarias bajo el GDPR o la NIS2, además de daños reputacionales irreparables.

Según datos de Ponemon Institute, el coste medio de una brecha de datos asciende a 4,45 millones de dólares, cifra que aumenta en organizaciones donde la colaboración entre equipos de seguridad y TI es deficiente. El 38% de los CISOs encuestados por Gartner en 2024 identifican la política interna como uno de los principales obstáculos para la ciber-resiliencia de sus compañías.

Medidas de Mitigación y Recomendaciones

Para mitigar estos riesgos, es imprescindible instaurar una cultura de seguridad donde la transparencia, la responsabilidad compartida y los criterios técnicos prevalezcan sobre los intereses políticos. Algunas recomendaciones incluyen:

– Fomentar la formación en soft skills y gestión de conflictos para CISOs y responsables de seguridad.
– Implementar canales de comunicación internos claros y anónimos para la notificación de riesgos y vulnerabilidades.
– Establecer procesos de toma de decisiones basados en análisis de riesgo objetivos, apoyados por frameworks como NIST o ISO 27005.
– Facilitar la rotación de roles y la colaboración interdepartamental para evitar la creación de feudos internos.
– Realizar simulacros de incidentes (tabletop exercises) donde se evalúe la coordinación entre todas las áreas afectadas.

Opinión de Expertos

Expertos como C. Krebs, exdirector de la CISA, han advertido que “las brechas más graves suelen estar precedidas por señales internas ignoradas o minimizadas por cuestiones políticas”. Desde el ámbito consultor, firmas como Mandiant o KPMG subrayan la importancia de alinear la seguridad con la estrategia corporativa, evitando que las decisiones técnicas queden supeditadas a luchas de poder.

Implicaciones para Empresas y Usuarios

La politización interna no solo afecta a grandes corporaciones. PYMEs, startups y organismos públicos están expuestos a los mismos riesgos, con la agravante de contar con menos recursos técnicos y humanos. Para los usuarios finales, estas dinámicas se traducen en una mayor exposición a brechas de datos, interrupciones de servicios esenciales y pérdida de confianza en sus proveedores.

Conclusiones

La política interna, aunque a menudo invisible en los análisis de riesgos, constituye un vector de amenaza real y creciente para la ciberseguridad empresarial. Superar este desafío requiere tanto medidas técnicas como una transformación cultural que priorice la seguridad y la colaboración sobre los intereses individuales o departamentales. En última instancia, la resiliencia frente a amenazas avanzadas depende tanto de la tecnología como de las personas y sus dinámicas internas.

(Fuente: www.securityweek.com)